lunes, 10 de noviembre de 2008

Museo Nacional de Antropologia.










La exposición que visite es la permanente del museo nacional de antropología y es por que mi antecedente mas próximo en cuanto mi proyecto a realizar son los sellos hechos de ceràmica
Se menciona que fueron usados para estampar color sobre piel, papel y tela; para imprimir en relieve sobre la alfarería e incluso en el comercio y en vrias salas de este museo se pueden obsrvar muestras de estos sellos de distintas epocas y regiones del pais, lo que quiere decir que esta tecnica no se limitaba a zonas especificas.

Durante la época precolombina una forma de comunicación efectiva, además de la oral, fue a través de las imágenes. Lo visual como en estos tiempos, fue uno de los instrumentos que las antiguas culturas emplearon para comunicarse y embellecer lo que sus ojos veían.
Para decorar, marcar y plasmar formas geométricas y abstractas, figuras de humanos, deidades, animales y vegetales tanto en muros de edificios, estelas y cerámica, así como en telas, papeles y pieles, se utilizaron pictogramas grabados sobre barro y piedra a manera de lo que actualmente conocemos como sellos.
La colección más grande y completa de sellos prehispánicos que existe en la actualidad pertenece al acervo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y se resguarda desde hace más de 30 años en el Museo Regional de Guanajuato, Alhóndiga de Granaditas, gracias a la donación del pintor José Chávez Morado.Se trata de alrededor de tres mil piezas de diversas regiones de Mesoamérica, cuya antigüedad abarca del período Preclásico al Posclásico, (1000 a.C. al 1521 de nuestra era), de las cuales sólo se exhibe una muestra representativa en el recinto.
Sin embargo, de acuerdo se han interpretado los supuestos usos de estos objetos, no existe la certeza de que el concepto occidental de sello que conocemos actualmente coincida con la manera en la que se emplearon originalmente.
Por sus características intrínsecas, hasta el momento los seguiremos llamando sellos y su variante, pintaderas (rodillos para pintar fachadas y murales). La mayoría son de barro y piedra, aunque se tiene conocimiento de que se elaboraban también con hueso, madera y metales preciosos. Su tamaño oscila entre los dos y doce centímetros y su forma varía: plana, cilíndrica, cóncava o convexa.
Las piezas antiguas de la colección de sellos prehispánicos más grande del mundo se han asociado a las regiones del Centro de México (Tlatilco); Golfo de México (Remojadas) y Guanajuato (Chupícuaro). Los principales motivos de estos ejemplares corresponden a diversas partes del cuerpo, como pies y manos.
Durante el período Clásico (200 a.C. a 800 d.C.) al parecer hubo una baja en la producción de sellos, ya que existe escasa presencia de material en los grandes centros ceremoniales de la época como Teotihuacan, Xochicalco o Monte Albán. Aunque en Guerrero, Veracruz y el Occidente sí se detectaron relevantes piezas con símbolos abstractos y una gran variedad de grecas y formas geométricas.
Más tarde, en los periodos tardíos, resurgió el uso de sellos. Destacan las producciones de Veracruz (Zempoala) y Colima, en las que están presentes motivos zoomorfos: serpientes, aves, mariposas y monos; y el mundo vegetal, variedad de motivos de flores y plantas.
Pese a que en el año de1995 se realizó un registro y clasificación tentativa de estas piezas, a cargo de estudiantes de historia de la Universidad de Guanajuato, no se ha realizado una investigación a profundidad ni analizado la autenticidad de cada uno de los objetos.
Para comprobar la legitimidad de los sellos, que la investigadora considera de dudosa procedencia -es decir que de las tres mil piezas probablemente algunas fueron reproducidas en épocas recientes- propone realizar el peritaje correspondiente.
El trabajo se dificulta ya que el material proviene de una colección particular y las piezas carecen de contexto arqueológico. "Se requiere otorgar una adscripción precisa a cada objeto, ya que son piezas que carecen de un registro arqueológico que informe sobre su origen", explicó Monzón.
Su estudio pretende identificar las semejanzas culturales y simbolismos que presenten los sellos con la pintura mural, arquitectura, cerámica e inclusive códices producidos por las diversas culturas prehispánicas.
Entre los rasgos culturales reconocidos hasta el momento, destaca la presencia de mujeres; deidades como Venus, el Sol y la Luna; medias constelaciones y diversas representaciones de serpientes emplumadas. Comúnmente se ha dado el nombre de sellos a ciertos objetos de piedra, madera o barro cocido que se utilizaban en América precolombina para estampar o imprimir diversas imágenes. Estos sellos, o pintaderas como también se les han llamado, teníab muy diversas imágnes y son destacables la multiplicidad de siseños y la gran belleza que, en general, poseían. Ellos, al igual que cualquier manifestación artística, son una expresión cultural, psicológica, de los pueblos que los hicieron y utilizaron.
Diversas culturas prehispánicas, desde el sur del continente (en lo que hoy es Perú, Colombia y Brasil) hasta el norte (algunos estados de Estados Unidos), utilizaron los sellos que fueron, muchas veces, motivo de comercio entre los diferentes pueblos. Sin embargo, es en Mesoamérica donde se han encontrado la mayor parte de ellos. En nuestro país abundaron en la Altiplanicie Central, en Guerrero, en la vertiente del Golfo, en la del Pacífico, en el Istmo de Tehuantepec y en la Península de Yucatán. Como vemos, fueron diversas las culturas que los utilizaron y es, por lo tanto, muy diversa la concepción artística de los diseños.
La mayor parte de los que aún se conservan están hechos en barro cocido, aunque hay algunos labrados en piedra y aun en hueso o madera. Estos últimos son los que están más deterioriorados y es ya muy difícil percibir el dibujo. Los sellos más antiguos fueron modelados directamente y eran, por lo tanto, diseños únicos; sin embargo, la gran demanda posterior hizo que se fabricaran moldes para acelerar la producción, lo que permitió elaborar muchos sellos de un solo diseño.
Estas pintaderas eran de diversas formas, la cual depende del uso que se les iba a dar. Las hay planas, cóncavas y convexas y también en forma de cilindros. Los sellos planos o curvos tienen, muchas veces, en la cara opuesta al diseño, una asa o agarradera. Algunos de los cilíndricos poseen una perforación que va de lado a lado en la que se colocaba un eje que permitía el libre giro, facilitando así la impresión de largas grecas. Otras veces, las pintaderas cilíndricas poseen sólo depresiones a los lados que permitían que fueran giradas con los dedos.
Pero cabe preguntarse, ¿para qué se utilizaban estos sellos? Muchas veces, para ornato, aunque también como elemento distintivo o para identificación. Se imprimía sobre objetos de alfarería o sobre tela, papel e, incluso, sobre la piel. En el caso de la cerámica el sello se presionaba sobre el barro fresco dejando así una impresión en bajorrelieve.
Para hacer estampados de los dibujos del sello sobre otros materiales, éstos eran untados o pintados con diversos pigmentos. Los pueblos mesoamericanos conocían gran cantidad de colores, en general vegetales y minerales, como el humo de ocote (ocotl), la tierra negra (tlayacatl) y el carbón de olote para obtener negros de diferente intensidad; o la tierra blanca o tizate (tizatlali) y el yeso (chimaltizatl) para el blanco. Entre las tinturas rojas utilizaban el achicote colorado (achiotl), la cochinilla (nochistli) —el único de origen animal— y la savia del árbol de sangre (escuahitl); los amarillos más comunes eran proporcionados por la tierra amarilla (tecozahutli), la savia del chicalote, la amapola espinosa y el zacatlascal —un parásito de ciertos árboles de clima cálido. El azul era obtenido del añil y el turquesa de la mezcla de añil con alumbre y un poco de algún blanco. Las pinturas se fabricaban moliendo los pigmentos y mezclándolos con aceite de chía o de chicalote, o con el jugo glutinoso del tzauhtli. Esta goma aglutinadora la obtenían de las hojas de una orquídea (Bletia autumnalis). Como vemos, podían obtener una cantidad muy grande de colores —una paleta amplia como se dice en términos artísticos— los cuales, aplicados sobre los sellos y estampando éstos en diversos materiales, dejaban bellas impresiones multicolores. En las que aún se conservan se puede apreciar el ideal cromático precolombino, la ausencia de medios tonos y la presencia de colores primarios bien contrastados. No usaban tonos desvaídos ni sombras. El colorido es rico aunque el uso de los colores estaba influenciado por el simbolismo, que muchas veces sujetaba la fantasía de los artistas.
Se han encontrado sellos de muy diversos tamaños. Los más pequeños son planos y tienen aproximadamente un centímetro de lado; el más grande es tubular y fue encontrado en Tlatilco, mide cerca de 23 cm de ancho.
De acuerdo a hallazgos arqueológicos realizados, la cultura olmeca ya usaba sellos. También se ha podido demostrar su uso en el viejo imperio maya; pero fueron los olmecas, los teotihucanos, los nahuas y los totonacas quienes más los utilizaron.
En los más antiguos predominan los diseños geométricos, pero en los posteriores ya se aprecian reproducciones de formas de la naturaleza —plantas, animales e, incluso, figura humana—, las cuales generalmente están combinadas con diseños geométricos. En los sellos de las culturas más desarrolladas se pueden apreciar diseños que representan ornatos simbólicos, fantásticos, generalmente relacionados con ritos religiosos. Aun en los sellos más elaborados, de las culturas más avanzadas, puede apreciarse la ausencia de un manejo de la perspectiva, lo que imprime a los diseños una sensación de irrealidad que a su vez proporciona un carácter de ingenuidad. Son destacables, además, la claridad de la composición, la soltura de la representación del movimiento y la naturalidad de los diseños, en los que se han estilizado los elementos naturales a sus rasgos más importantes. Se puede apreciar cómo las formas de la naturaleza se van simplificando hasta constituir signos convencionales. A pesar de la aparente simplicidad de su técnica tienen una gran fuerza expresiva y tanto las figuras estilizadas tomadas de la naturaleza como los diseños geométricos tienen una clara belleza y son, aún hoy, ejemplo de composición y trazo.
Aunque estos antiguos objetos han llegado hasta nuestros días sin conocer el contexto cultural de la sociedad que los produjo y aún no se esclarece su utilidad real, se menciona que fueron usados para estampar color sobre piel, papel y tela; para imprimir en relieve sobre la alfarería y otros ornatos; e inclusive en el comercio y como emblemas de distinción social.

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